Coronavirus, artículo de opinión: Juan Pablo Rigotti

Cuando la lluvia termina, vemos el arcoíris. 风雨过后才会见彩虹

* Juan Pablo Rigotti. Ingeniero (UNLAM) es becario de idioma chino mandarín en Zhejiang University, de Hangzhou.


A mediados de enero ya habíamos finalizado el semestre y por las calles internas del campus de la Universidad de Zhejiang comenzaban a rodar las primeras valijas, era la señal de cientos de alumnos chinos y extranjeros que emprendían el regreso a casa para reencontrarse con sus familias o explorar los innumerables destinos turísticos y culturales del país. Otros, nos perdíamos en la extensa lista de actividades que la ciudad de Hangzhou había organizado con motivo de la celebración del Año Nuevo Chino. Para entonces, nadie hubiese imaginado que un evento inesperado haría cambiar los planes de millones de personas.

Los medios y las redes sociales ya hablaban de un brote de neumonía detectado en la ciudad de Wuhan y los nombres Zhong Nanshan (especialista es enfermedades respiratorias) y Li Lanjuan (especialista en infectología) comenzaban a escucharse mas seguido. El 21 de enero, el reporte del primer caso de COVID-19 confirmado en la ciudad de Hangzhou puso en alerta a la población y a las autoridades locales. El Gobierno desplegó rápidamente un plan de acción que contempló la reducción del contacto entre personas y la detección temprana de la enfermedad, ambos acompañados de una enorme campaña de concientización sobre el cuidado de la salud y la higiene.

Se habilitaron plataformas online con reportes en tiempo real para cada ciudad del país. Los números iban en aumento y lo hacían de forma exponencial, lo que llevó a que se intensifiquen las medidas de prevención y control. Se comenzó por extender el feriado, se suspendieron todos los eventos sociales y se cerraron temporalmente centros y locales comerciales, museos, cines y restaurantes, solo los de primera necesidad quedaron abiertos. El transporte público, que siguió funcionando con un esquema reducido y casi sin pasajeros, hacia su recorrido habitual por las calles de una ciudad que brillaba por la ausencia de su gente; así comenzamos el período de cuarentena.

Desde la Argentina, familiares y amigos que seguían de cerca la situación comenzaban a preocuparse. En psicología se define al miedo como un mecanismo de defensa que nos permite mantenernos alejados del peligro, y yo los comprendía. Pero cuando les contaba las medidas que se tomaron, el esfuerzo de los equipos de salud y la enorme solidaridad del pueblo chino que luchaba unido para contener la epidemia, les llevaba tranquilidad a quienes me acompañaban en lo afectivo. Los mensajes, audios y videos en apoyo al pueblo chino que llegaban desde la Argentina no dejaban de emocionarme y compartí todos y cada uno de ellos con mis amigos y conocidos aquí en China.

La ciencia y la tecnología introdujeron herramientas de diagnóstico y tratamiento para los pacientes infectados, como así también novedosos métodos para identificar potenciales portadores o evitar el contagio. Pasado el período de cuarentena, el uso de AI (Inteligencia Artificial) combinado con los sistemas de Big-Data permitieron a los trabajadores de Hangzhou un regreso al trabajo mas seguro, ya que los algoritmos digitales permiten analizar con elevada precisión si una persona ha estado en contacto con otra infectada en función de la información pública existente. Las clases, en todos sus niveles se iniciaron a término en forma virtual y en los casos que fue posible el teletrabajo también se implementó.

En estos últimos dos meses he vivido momentos de preocupación e incertidumbre, pero siempre he tenido confianza en el pueblo chino y me he apoyado en el afecto de mi familia y de mis amigos. Mientras leo la noticia que al 18 de marzo la ciudad de Wuhan a reportado cero nuevos casos, mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Salgo a caminar las mismas calles que hace algunas semanas lucían vacías, hoy vuelven a vibrar al ritmo de su gente. De regreso a casa, me detengo a contemplar los primeros capullos de 桂花 (guihua – flor autóctona de Hangzhou). Me acerco, cierro mis ojos y respiro el fresco aroma de la primavera. En ese mismo instante el título de esta historia viene a en mi mente “风雨过后才会见彩虹” (feng yu guo hou cai hui jian cai hong) “cuando cesa la lluvia, vemos el arcoíris”.

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